UNA PROPUESTA DE CAMBIO COPERNICANO – FEDERIDO POLI, NOTICIAS DEL 8/4/23
- La crisis interminable que vive en la Argentina comenzó en los años 70 y no ha dejado de agravarse. ¿cuáles son las condiciones para una transformación definitiva el rumbo económico y por qué no resulta viable la propuesta libertaria?
- La falta de una visión de país y la necesidad de consensos básicos es que lo que determina que de manera pendular pasemos del planteo liberal al planteo populista, sin lograr conseguir una síntesis. Así fuimos, sucesivamente, de un modelo más liberal que promovió una apertura abrupta de la economía en condiciones anticompetitivas para los sectores transables, (atraso cambiario, alta presión impositiva, altos costos de logística sin crédito a tasas prohibitivas) a modelos más estatista e intervencionista. Este último cerraba la economía para proteger a la producción local pero mantenía el atraso cambiario y, por ende, conspiraba contra la posibilidad de exportar y necesitaba de controles de capitales por la escasez de reservas. Adicionalmente esta traba a las importaciones de bienes intermedios insumos y bienes de capital necesarios para la producción local y la inversión, impactaban sobre la oferta local y destruían el proceso de acumulación de capital. Una y otra visión destruyó un proceso de acumulación de capital en el largo plazo. Este péndulo transformó las políticas en espasmódicas y circunstanciales.
- La convertibilidad fue un ejemplo de estabilización económica insustentable porque se trató de un crecimiento liderado por sectores no transables de la economía, el consumo y la deuda, que como era de prever terminó en crisis de deuda. En cambio, el proceso iniciado en 2002, una macroeconomía sensata que asumió la prudencia fiscal monetaria y una paridad competitiva en una economía sin inflación, permitió mantener la estabilidad con crecimiento de los sectores transables de la economía y lograr sostenidos superávit externos. La crisis estanflacionaria posterior, que aún vivimos , se debió a las desviaciones populistas que comienzan en 2007, de incremento infinanciables de gasto público e impuestos que generaron los desequilibrios macroeconómicos y destruyeron el proceso económico. El problema de fondo de la Argentina es la ruptura del proceso de acumulación de capital, que se produjo luego de la declinación del modelo desarrollista a mediados de los años 70, y que se expresa de modo terminal en esta década. La falta de un vigoroso y sostenido proceso de inversión y de un dinamismo exportador es lo que determina el estancamiento secular del PIB per cápita y sus crueles consecuencias: la falta de oportunidades laborales y el crecimiento astronómico de la pobreza.
- En el desorden macro económico político y social en el que nos encontramos inmersos , no es posible plantear una visión de país. Esto requiere la conformación de una mayoría política sobre la base de una alianza social que dé sustento a un programa de transformación económica. Esta amplia coalición para emerger en el subdesarrollo, debe basarse en ciertos consensos. Una mayoría para enfrentar los cambios copernicanos necesarios y enfrentar los intereses corporativos que pondrán resistencia. Los acuerdos básicos necesarios implican dejar atrás las visiones económicas extremas que fracturan la sociedad. También significa construir una mirada de largo plazo que nos permita salir de la volatilidad histórica que caracterizó a nuestro país en los últimos 50 años.
- Para recrear la inversión y el empleo privado ya no alcanza solo con precios relativos adecuados. Hacen falta otros mecanismos adicionales que den certeza sobre la seguridad jurídica y los alineamientos internacionales permanentes que debe tener el país. Es necesario un cambio de fondo, resetear la estructura institucional y de regulaciones, reducir de modo contundente el gasto público y también revisar su composición, reformular la estructura tributaria, actualizar las leyes laborales y simplificar las regulaciones que afectan a las inversiones.
- Se debe avanzar en un régimen laboral moderno actualizado a las nuevas circunstancias, los cambios educativos, tecnológicos y productivos que permita crear trabajo en blanco para poder emplear al 50% de los trabajadores informales. Se precisa que haya un gran acuerdo político que establezca la inversión como prioridad. Se requiere el establecimiento de regímenes sectoriales y regionales que permitan movilizar inmediatamente todos los inmensos recursos del país, recuperar la educación pública en sus niveles es imprescindible, una educación de calidad es esencial para la formación del capital humano factor clave para una pujante política de innovación ciencia y tecnología.
- Se debe desdogmatizar el debate: si bien muchas de las reformas necesarias en esta coyuntura se inscriben en un ideal histórico del liberalismo, no atienden a su sentido dogmático, sino a la necesidad práctica instrumental de superación de la crisis. Por ejemplo, una contundente reducción en el nivel de gasto público y de presión tributaria, que podía interpretarse como dogmático entre la década del 60 y el año 2000, no lo es en la actualidad. Implementarla, ahora, es una necesidad imperiosa para salir de la decadencia. Hay que desdramatizar el debate y tener claro que ser coherente, no es repetir eternamente un mismo discurso, como pretenden algunos, respecto a los problemas y soluciones de la economía argentina. Ser coherente es, sosteniendo los mismos objetivos, plantear las soluciones necesarias a los problemas presentes.
- LA SALIDA IMPOSIBLE, LOS LIBERTARIOS: en tiempos de éxito mediático de los “libertarios” no es una respuesta a los problemas argentinos. Los libertarios no piensan que haya una cuestión nacional, no creen que sea necesario tener una visión estratégica del Estado; más aún, no creen en los valores constitutivos de Occidente, ni en la Nación como categoría histórica esencial. Ingenuamente reducen todo al funcionamiento automático del mercado y del sistema de precios, Así se garantizaría la resolución del problema del crecimiento, el empleo y las cuestiones sociales. Según esta concepción, un estado casi ausente, debe ocuparse exclusivamente de asegurar lo mínimo indispensable de bienes públicos, justicia y seguridad, en el mejor de los casos. No existe ningún lugar del mundo donde se apliquen estas ideas. A ellos les es ajeno el concepto de solidaridad social que requiere algún tipo de la distribución de la riqueza. Este argumento no solo se basa en cuestiones de racionalidad económica, en tanto consideran que cualquier intervención al mercado por mínima y necesaria que sea conspira contra la eficiencia y por ende contra el crecimiento. Veamos cuál es su peculiar interpretación de la justicia: consideran que “la más obscena e impensable injusticia entre los hombres, es privar a aquellos favorecidos por la naturaleza, el talentoso, el creativo , el inteligente, del derecho a las retribuciones de su esfuerzo, y ceder al incompetente, al estúpido, al perezoso, el derecho de disfrutar sin esfuerzo de las distribuciones que no pueden producir. Estos ni siquiera sabrían que hacer con ella”. Así de estúpidamente inhumana es esta argumentación, tan alejada de los valores cristianos constitutivos de Occidente. No hay idea de nación, ni solidaridad entre sus miembros. Estos nuevos profetas de la congregación de anarcocapitalistas seducen a la angustiada opinión pública con discursos irreales, impracticables y carentes de toda posibilidad de instrumentarse en una gestión de gobierno. Es la tradición eterna de los relatos fáciles, simplificadores y definitivamente mágicos.