PERSONAS DECENTES, de LEANDRO PADURA
Leido en 2022
El cometa Halley: el cometa Halley era el pan de cada día y con razón. La mayoría de los moradores de La Habana están acostumbrados a las desgracias; por supuesto que se tomaron el anuncio apocalíptico como solían hacerlo con cualquier evento, con toda su pasión, desparpajo y fatalismo desplegados, y se desató el delirio ante lo inevitable. Muchos se negaron a gastar en inútiles telescopios o mapas cósmicos, y la mayoría prefirió decantarse por las opciones más divertidas, como la de comprar y consumir alcoholes y alucinógenos, la de apostar a cualquier cosa que se le ocurriera en los garitos que brotaban como hormigueros, la de bailar a toda hora y con cualquier música, y sobre todo, más que todo, la de fornicar como poseídos. En la ciudad se estableció el imperio del éxtasis y la lujuria, se vivía bajo la erupción del hedonismo, la corrupción, la prisa y, en tal ambiente de locura, la gente repetía el brutal eslogan que todos los que podían, cada vez que podían, ponían en práctica “vamos a singar que el mundo se va a acabar”.
Más de una vez me he preguntado si la cercanía del cometa, la influencia de su magnetismo, la certeza de que el mundo se acabaría con todos nosotros dentro, tuvo que ver con algunos de mis comportamientos y en consecuencia con cierto giro a mi destino. Y si luego, cuando el dichoso cometa pasó de largo sin mirarlo siquiera, y la tensión dejó su espacio al alivio y el alivio a la indolencia más degradante, la sensación de ser un sobreviviente me afectó como a tanta gente ya descentrada, corrompida, drogada, prostituida de mil maneras, ya incapaces de recuperar el rumbo de las que pudieron o no haber sido sus existencias
Si me pregunto sobre estas cuestiones y además dilato la entrada en materias más atractivas, es porque la posibilidad de culpar a algo o a alguien de tu suerte (una práctica en la que somos especialistas los cubanos) provoca un balsámico consuelo.
Como se construye la vida: mucha gente no lo piensa ni siquiera una vez en toda su puñetera vida. O bien porque no les importa, o porque no tienen cerebro para usarlo, o porque esa misma vida suya casi siempre es una vida de mierda. No se lo permite por muchas razones; cuando más, las personas llegan a decirse que han tenido buena o mala o ninguna suerte, como si solo se tratase de una lotería, de una coyuntura o fatalidad inapelables. A veces, sí, acaso se atreven a hacerse alguna pregunta: ¿ porque yo?, ¿ por qué a mí?.
Lo cierto que uno de los ejercicios más complejos y pletóricos de extrañas interrogaciones, resulta el intento de establecer cómo se construye la vida de un hombre. Intentar entender por qué motivo de sus decisiones alguien acaba siendo lo que es, cuando nunca pensó llegar a ser lo que terminaría siendo; cuáles fueron las causas, descubrimientos encuentros, casualidades, cuáles los giros imprevistos que encauzaron o desviaron una existencia, todas esas cuestiones tal vez pueden revelar lo imprevisible que es el hecho de vivir, incluso, la manera de morir de una persona.
Perdón, si introduzco en esta historia una vulgar descarga de filosofía barata, casi de cantina y plagada de lugares comunes, no es porque me atreva a pensar que soy capaz de llegar a cualquier conclusión más o menos definitiva al respecto. En este momento, solo anotó unas cuantas certezas bastante elementales, porque desde hace tiempo me obsesiona tratar de entender cómo fue que llegue a ser lo que fui, – en realidad lo que soy -, y si el hecho de tener una más clara conciencia de determinados actos y de sus consecuencias, hubiera alterado lo esencial en mi vida. Más aún, si no haber tenido ciertos encuentros me habría conducido por otros derroteros, quizás hasta por esa línea recta plagada de sucesos anodinos de la vida simple.
La felicidad … en Cuba: ¿Todo muy mundano y elemental y efímero?. Quizás sexo, comida, confort, compañía, dinero, incluso bellezas físicas perecederas aún constatables. ¿Es esta la vida real o solo un meandro propicio a través del cual se puede escapar por unos minutos, tal vez unas horas de las tensiones, de la lucha, de los lastres del pasado, de las difusas expectativas del futuro, es el presente perfecto y por ello feliz?.
Varios años atrás, un amigo, el chino Juan Chon, le había regalado una definición del estado de la felicidad. Fue una tarde vaporosa, mientras bebían el contundente licor de arroz que el asiático solía fermentar, y desde ese día Conde había preservado sus palabras como un principio de la verdad, algo firme en un mundo en donde tantas verdades se desmoronaban. Según el anciano, ya por entonces octogenario, su compatriota Lao Tzu, o sea, “el viejo”, había desgranado sabiduría al establecer unas elementales condiciones: “si estás deprimido, estás viviendo en el pasado; si estás ansioso estás viviendo en el futuro; si estás en paz estás viviendo en el presente.”
Y en ese instante preciso, y que sabe fugaz, Conde está viviendo en el presente y el hedonismo con el cual disfruta del momento de tregua – gracias, Epicuro, tú también sabías de esto- lo aboca a la felicidad.-
Hombres débiles: en la cama hay hombres que dicen muchas cosas, aunque la mujer sea una puta. Los hombres somos mucho más débiles de lo que parecemos. Lo que nos salva es que tenemos el poder, el dinero, dictamos las leyes escritas y las no escritas … y con eso tenemos a las mujeres, las usamos, las embridamos y las montamos, como a los caballos.
Prostitución en Cuba durante el “periodo especial”: la estrategia funcionaba así: cuando se enrolaban con esos clientes foráneos, los jóvenes de compañía vivían varios días en función del pagador, dándole una profunda sacudida sexual, y además acompañándolos a restaurantes y bares, y si era necesario o deseable, incluso los llevaban a sus casas familiares y les presentaban a padres, abuelos, hijos si los tenían, acentuando la creencia de la singularidad, potenciando el deseo de haber hallado el tesoro que en su mundo se les negaba.
Y muchos clientes se enamoraban, establecían una relación de cercanía, enviaban dinero a sus “novias” y regresaban siempre que podían, a encontrarse con su fuente del mejor placer, por cierto más barato que en sus países de origen y por lo general de mayor calidad.
Cientos de matrimonios se habían fraguado a partir de estos tratos, miles de solitarios o depravados habían encontrado satisfacciones especiales entre esos jóvenes prostituidos, y lo más ardiente había sido que los trabajadores cubanos del sexo, (profesionales parciales u ocasionales, hembras y varones), vivieron y vivían sin mayores contradicciones morales de una práctica por la cual, en medio de otras degradaciones y de muchas carencias, no eran marginados sociales, no se convertían en apestados familiares, sino muchas veces, en triunfadores. La serpiente de una maldición nacional había vuelto a morderse la cola.
Julio Lobo y Napoleón: hace cinco décadas que se exhibe en La Habana, el legado excéntrico de Julio Lobo, el hombre más rico de Cuba, dueño de centrales azucareras, refinerías, bancos, tierras, industrias, un magnate conocido como el Rey del Azúcar de Cuba, cuando el azúcar de Cuba valía como el oro e inundaba los mercados mundiales. Lobo, por décadas empeñado en adquirir y coleccionar obras de arte, (se dice que su pinacoteca albergó piezas de Rafael y Miguel Ángel , de Goya y hasta un da Vinci), y por una obsesión personal: infinidad de objetos napoleónicos hasta llegar a poseer la más nutrida bodega particular, dedicada al Emperador, existente fuera de Francia. Centenares de piezas de diversos tipos, miles de libros, decenas de cuadros y pertenencias personales del mismísimo Napoleón Bonaparte.
Inconformidad con la propia vida: Conde trató de imaginar cómo funcionaría la mente de un hombre que vive dos y tres vidas en una. Quizás la inconformidad con una existencia real, hueca y vulgar lo impulsaba a crearse una más atractiva, plena e incluso heroica o mítica. ¿O en el caso de Marcel todo se reducía a los deseos de detentar poder o, peor, solo practicaba las artes más comunes del estafador?.
Un hombre enamorado se convierte en un ser irracional.
Robar al Estado no es delito: Las averiguaciones ya habían llegado al punto al que ella nunca hubiera deseado. Lo más curioso era que para Aurora y muchos como ella, traficar influencias, aprovecharse del cargo y sacar beneficios, no es lo mismo que ser un delincuente, porque robarle al Estado no te convierte en ladrón. Así funcionaban los códigos éticos del país, o así se había hecho que funcionaran. ¡Dios mío! los maltratos que había sufrido la pobre palabra decencia, pensó Conde ..
FE .. Los emigrados por décadas estigmatizados, volvían como vencedores, se convertían en salvadores y por eso en la isla, la gente decía que lo importante era tener FE: familiar en el extranjero.
El Pasado: los historiadores aprenden en su profesión algo muy importante, lo que se puede considerar la esencia misma de la Historia, que es la certeza de que el pasado nunca termina, ni siquiera con la muerte. El pasado es todo lo que ha sido, cada instante que hemos sido, y es tan empecinado, que siempre decidirá lo que seremos. Si se borra el pasado, dejaríamos de existir; contra esa condena tremenda, los hombres buscamos alternativas que hagan menos pesada esa carga inevitable.