LA CAIDA, de Pablo Gerchunoff

Se trata de un reportaje ficticio que le hace el autor a Juan Domingo Perón, muchos años después de su muerte, y lo hace contestar conforme piensa que habría realmente contestado. Para ello investigó mucho los años de los dos primeros gobiernos peronistas, entrevistó a los actores de aquellas épocas y se nutrió de muchas fuentes escritas o publicadas en los medios. Lo interpretó con maestría. 

 

Nacimiento de Alemania Occidental: Adenauer y De Gasperi estaban embarcados en la reconstrucción de sus respectivas naciones,  que habían sido arrasadas por la guerra.  El tema central era la guerra fría, con su epicentro justamente en la Alemania dividida, y en el Berlín dividido por tropas de ocupación y en conflicto.  Recién en 1949 se unificaron los territorios ocupados por fuerzas militares occidentales y se conformó la República Federal Alemana.

 

En cuanto a Italia,  pobre De Gasperi,  Evita se vio con él en su viaje a Italia en 1947, hicieron buenas migas.  En 1953 renunció como jefe de gobierno porque no pudo formar una mayoría parlamentaria frente a un pacto de izquierdas y en agosto de 1954 se murió.

 

La Iglesia y Evita Perón: el Episcopado,  en su mayoría,  estaba preocupado en 1954,  porque se cuidaba y examinaba la situación políticamente:  abajo había movimiento entre los curas y entre los laicos.  Lo que le molestaba y les había molestado siempre,  era que los movimientos sociales católicos habían perdido su campo de acción,  el de brindar amparo a los necesitados,  por eso la tenían atragantada a Eva.-

 

Enfrentamiento con la Iglesia: el objetivo de Perón,  según GERCHUNOFF, era abrir una grieta entre las organizaciones católicas y la oposición,  y que al mismo tiempo se cerrarán las fisuras dentro del peronismo. El 13 de mayo de 1955 se votó la supresión de la enseñanza religiosa;  el 20 de mayo se eliminó la exención de impuestos y gravámenes al culto católico,  y ese mismo día se sancionó la ley que declaraba la necesidad de reformar la Constitución Nacional para separar la iglesia del Estado.  Estaba todo estudiado: había que derogar el artículo dos, que obligaba al Estado a sostener el Culto Católico Apostólico Romano. El Consejo Superior del Partido Peronista,  masculino y femenino, ya lo había anticipado el 3 de mayo;  el documento que había realizado el Consejo Superior decía:  “no existe un conflicto doctrinario sino un conflicto político”,  “vamos a luchar contra una forma específica de acción política, que recibe el nombre de clericalismo”; “la solución tiene un camino señalado en nuestro régimen democrático y en la Constitución Nacional:  la consulta a la voluntad popular para separar la Iglesia del Estado”.

 

Visita de Milton Eisenhower: en junio de 1953 vino Milton Eisenhower, hermano del presidente de EE.UU en ejercicio. Según me dijo Nelfer (embajador de EE:UU en Argentina), dice Perón,  ese memorando de Foster Dulles inclinó la balanza para que venga. Lo agasajamos a Milton de 1000 maneras:  alfombra roja por todos lados, y cuando se iba a Paraguay les transmití a los responsables del operativo que antes de llevarlo al Palomar,  lo trajeron a la residencia de avenida Libertador.  Lo recibí en la puerta y le entregué un álbum de fotos de su estadía en Buenos Aires forrado en cuero;  al final del álbum había un lugar vacío reservado para la foto que nos estaban sacando en ese momento. Nos despedimos con un abrazo;  cuando la foto estuvo lista ordené a un oficial de la Aeronáutica que abordara un Gloster Meteor y se lo entregara en Asunción, que era adonde se había trasladado.  Me lo agradeció siempre. Después hizo público su agradecimiento en un libro e intercambiamos cartas muy cordiales;  él me envió 5 cartas entre 1953 y 1954 y en septiembre de 1953 me mandó un regalo que era un equipo de pesca con mosca.-

 

Un ejército demasiado católico: en agosto de  1955 intentó Perón acercarse a la Iglesia, con la que estaba decididamente enfrentado. Dijo que Albrieu le contó un día las palabras pacíficas de Monseñor De Andrea: “Santa Rosa nos traerá la primera flor que es la flor de la paz”;  fueron palabras dichas en un ámbito reservado pero a las que  le prestó mucha atención. 

Santa Rosa de Lima es el 30 de agosto,  un día antes del discurso del 5 por 1 que dio Perón, le pregunta el entrevistador ficticio y Perón responde: sí! 

Según Perón, a la oposición los temas de la Iglesia le venían como anillo al dedo,  como herramienta táctica oportunista,  pero no tenían al respecto una convicción profunda:  ni para los radicales ni para los socialistas ni para los comunistas.

Entonces por qué Perón decide si acercamiento a la iglesia?, y la respuesta de él fue:  porque los militares y sobre todo los generales le tienen miedo al diablo y “ni le digo sus esposas”.

En todo ese proceso complejo de la pacificación,  no hay que olvidarse de los militares. A los militares la negociación con los partidos de la oposición les importaba poco; no la entendían pero querían morir confesados y comulgados. “Alguna vez dije que yo mismo era el secretario general del sindicato militar;  tenía que hacerme cargo de sus temores, de sus deseos y de sus rechazos;  acercarme a la iglesia era un gesto pacificador para el conjunto del pueblo,  pero sobre todo para mis camaradas,  que casi en un cien por ciento eran católicos. No había pacificación posible sin Fuerzas Armadas serenas y dedicada a su profesión,  o al menos compuesta de soldados que hablaran de política recién a la noche tarde, antes de irse a la cama medio dormidos».

 

La convertibilidad de la libra: había arena en el motor desde septiembre de 1947,  cuando fracasó la convertibilidad de la libra. Ya le hablé de eso cuando le conté mis conversaciones con Nufer. A partir de entonces,  digo de septiembre de 1947, nos quedó claro que no podíamos transformar los excedentes de libras en dólares para comprar bienes en Estados Unidos, y que cuando se agotarán las reservas de dólares y oro estaríamos trabados en la producción.-

 

La Iglesia y la caída de Perón: según Díaz de Vivar “Perón debió cuidarse de entrar en esa disputa;  lo cierto es que la mayor responsabilidad le cabe al gobierno,  porque sabemos que en un proceso político todo gobierno tiene un adversario;  entonces Perón debía saber que la astucia del adversario lo iba a llevar a enfrentarse con esta fuerza todopoderosa que es la iglesia”;  y concluye “yo creo que el fallo fue nuestro; Oscar Albrieu cuento una anécdota que tiene un sentido similar:  en una oportunidad,  estando con el doctor Di Paoli, que era presidente del bloque de senadores,  nos dijo Borlenghi que la única causa que podría voltear al peronismo era la causa religiosa,  que era un grave error lo que se estaba haciendo».

¿Reconoció alguna vez Perón este error? el Perón imaginario del reportaje sí. ¿Tenemos algún elemento para haber puesto eso en su boca?.  Es Hipólito Paz quien provee quizás el dato más elocuente al respecto. En sus memorias Paz narra su último viaje a Buenos Aires, realizado en julio de 1955;  el golpe militar que triunfaría pocos meses después, lo encontraría desempeñando sus funciones en la embajada Argentina en Washington. Durante aquella breve estadía en Buenos Aires, en julio de 1955,  se entrevistó por última vez con Perón y no volverían a reencontrarse hasta su exilio en Panamá.  De este último encuentro,  Paz dice lo siguiente: «los años le enseñaron a mi amigo que se había equivocado,  tuvo la humildad de aceptarlo, fue mi última entrevista con él como presidente.-«

 

Relaciones con EE.UU: Como puede leerse en los informes reservado de la CIA con respecto a las relaciones entre ambos países,  la desconfianza mutua fue la norma a comienzos del Gobierno de Perón. Desde el punto de vista norteamericano,  la expansión de la doctrina peronista más allá de sus fronteras o por lo menos el intento de Perón de formar un bloque regional en Sudamérica, fue seguido de cerca y con recelo por los funcionarios estadounidenses radicados en Buenos Aires.  En sus informes remitidos a las oficinas de inteligencia en Washington, se señala repetidamente, que Argentina estaba tratando de expandir su influencia a otros países de Latinoamérica; para colmo el panamericanismo peronista iba acompañado de una  feroz propaganda antinorteamericana. 

Sin embargo algún tiempo después del comienzo del Gobierno de Perón hubo algunos acercamientos entre ambos países.  Según Joaquín Díaz de Vivar, hubo una reunión secreta, que duró medio día, entre Atilio Bramuglia y el general Marshall,  durante la conferencia de Bogotá en abril de 1948,  cuando se estaba constituyendo la OEA, lo que implicó   una suerte de primer acercamiento.- 

En 1950, la inteligencia norteamericana registraba que Alberto Dodero,  un empresario marítimo fuertemente ligado a Perón y su esposa,  había regresado a la Argentina después de un viaje por Europa y los Estados Unidos y  en conversaciones con Perón, Dodero había mencionado que quisiera ver un intento genuino para mejorar las relaciones políticas y comerciales con los Estados Unidos.

El ministro de Hacienda Ramón Cereijo viajó a Washington en junio de 1950 para cerrar un acuerdo con el Eximbank que le permitiera a la Argentina pagar las deudas comerciales atrasadas.- 

En  1953, la situación cambia radicalmente con Dwigt Eisenhower  en el poder y con la guerra fría como centro de las preocupaciones americanas. Y a partir de ahí,  comenzaron a mirar con alguna simpatía el anticomunismo de Perón;  y Perón hackeado por la crisis de divisas comenzó a mirar a los Estados Unidos con los ojos de un necesitado.

En la comentada visita del hermano Milton Eisenhower a la Argentina, este le comentó al embajador de EE.UU, Albert F. Nufer que Perón le había dicho que su tercera fuerza es un fracaso, Ha estado buscando un pretexto para cambiar de política y está aprovechando para eso su visita. 

En los meses que siguieron Perón buscó con cautela,  gradualmente,  terminar con la propaganda contra el imperialismo yanqui,  y abandonar la retórica de la Tercera Posición,  alineándose inequívocamente con el bloque occidental.-

 

Perón y la investidura presidencial ante la Iglesia: la resistencia católica,  recapitulaba la CIA, ha incluido campañas de panfletos, manifestaciones, e incluso sermones inflamatorios instando a los católicos a defender su fe a costa de su vida de ser necesario. Aún más importante,  los partidos opositores simpatizaban con estos ataques antiperonistas,  independientemente de su afiliación:  “antiperonistas se han unido en la refriega y panfletos a favor de la Iglesia han sido distribuidos tanto por los comunistas como por el partido más grande de la oposición, el partido radical,  a pesar de que ha defendido tradicionalmente la separación de la Iglesia y del Estado.” A través de los servicios de inteligencia del Ejército,  Perón  ha  estado al tanto de esta violenta campaña en contra suya,  y del consentimiento – al menos tácito- de la oposición. Hasta llegaron informes del Ejército de que un obispo – aparentemente de la ciudad de Azul –  le pregunta al jefe del acantonamiento de Azul, qué haría él si se tomara el gobierno con el Santísimo Sacramento al frente.- Eran informes que llegaban a la presidencia según manifestaba Albrieu.

Desde el punto de vista de Perón,  esto solo podía significar que no se respetaba su investidura presidencial.  Es probable que el 31 de agosto de 1955, haya sido el día en que se convenció de que tras 10 años en el poder era imposible que la oposición respetara nunca su investidura.  Quizá eso lo rebeló,  lo exasperó, lo sacó de su centro.

Dice Albrieu:  “Perón tenía una gran conciencia de ser el representante de una soberanía, porque lo conversamos una vez con Perón, quien contaba una anécdota de Sarmiento.  Sarmiento paseaba por la calle Florida,  iba a visitar a un amigo y viene el obispo,  entonces Sarmiento se baja de la vereda, le da la vereda al obispo y se descubre, saluda al obispo; entonces el obispo le dice muchas gracias señor presidente,  y Sarmiento le contestan,  vea Monseñor,  yo ya no soy presidente porque si soy presidente no le doy la vereda ni al Papa. Es decir cuando hay la sensación de que se está ejerciendo la representación de una soberanía, no se puede estar disminuyendo la autoridad que le da esa representación de la soberanía”

 

La economía en 1955: el viraje profundo en el funcionamiento de la economía que intentó Perón desde la reelección de noviembre de 1951 fue de gran magnitud, y obligaba a un enorme cambio en los comportamientos sociales, que lo obligaban a una sinceridad brutal, una sinceridad que en algunos casos rayó con la sobreactuación.  Se había agotado la expansión económica fundada en el consumo,  y hacía falta una reestructuración en la que el crecimiento se fundaría en el ahorro,  la inversión y las exportaciones. Las épocas felices habían terminado,  y el sol en el centro de la Nueva Economía sería la productividad;  la ley de hierro del nuevo Perón “los salarios reales solo aumentarían par y passu si aumentaba la productividad” y el punto de partida sería la estabilidad de precios. Sabemos que Perón se quedaría a mitad de camino y hubiera sido asombroso que lo completara,  pero el Perón imaginario le cuenta el periodista de sus esfuerzos por torcer el rumbo de la historia económica.-

La revolución social liderada por Perón,  según sostenía Gómez Morales,  había dejado desarmado el rompecabezas de la economía y rearmarlo era urgente.  Ya definido,  desde 1948 asomaron los primeros síntomas de una crisis y el nudo de la crisis era la escasez de divisas.  ¿Tomó alguna iniciativa Gómez Morales para superar la escasez de divisas antes  del viraje profundo de 1952?  la respuesta es sí. Expandió el crédito subsidiado al sector exportador, lo moderó en la industria importadora de insumos,  puso en marcha un duro régimen de permiso previo de importaciones,  depreció la moneda; sin embargo los resultados fueron pobres. La mitad de la biblioteca los atribuye a que eran políticas insuficientes o equivocados;  la otra mitad a la caída de los precios del trigo y del maíz y a las gravísimas sequías en la región pampeana durante las campañas 1949/1950 y 1951/1952.

 

Calidad del ejército: las Fuerzas Armadas en su conjunto y el Ejército en particular, habían conocido amplias mejoras bajo el peronismo y estaban orgullosos del grado técnico y profesional alcanzado.  “Creo que en su gran mayoría, apunta Díaz de Vivar, el Ejército estaba contento y satisfecho detrás de Perón; muchos años después ya caído Perón y vueltos nosotros del exilio,  yo le pregunté a Bengoa – permanente adversario de Perón dentro del Ejército – qué opinión le merecía el Ejército en la década peronista, desde el punto de vista estrictamente técnico. Bengoa no vaciló en responderme y me dijo “”Doctor nunca el Ejército argentino llegó a un grado de calidad desde el punto de vista técnico,  como el que tuvo en la época del general Perón, yo debo reconocerlo””.-

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *